La Reina de la Paz nos visita diariamente




Las apariciones son de duración variable pero sin ser, en general, muy extensas. Todos los días a las 17.40h. en Bosnia, la Virgen desciende a la tierra para el encuentro de Medjugorje.

 Llega cuando la paroquia está rezando las dos primeras series de misterios del Rosario, antes de la Santa Misa. Ora con los videntes el Padre Nuestro y el Gloria. Cuando ellos recitan el Ave María Ella se limita a sonreír. 

El mensaje diario es precisamente ése, que la Santísima Virgen viene a orar con nosotros y por nosotros. Es el mensaje que el Reino de los Cielos está presente - que Dios no se desentiende de nosotros- ya que la misma Reina ha bajado. Porque Ella es Reina, pero también Madre. Es la Madre que puntualmente viene a visitar a sus hijos y a enseñarles cómo hacer para regresar a Dios.

En la publicación "Eco de Medjugorje", en el número 112, se relata la conversión de un psicólogo protestante. El Padre Slavko - también él psicólogo y uno de los frailes guías del santuario -, le pregunta qué había provocado esa decisión suya de hacerse católico. 

"Ahora estoy convencido que acá se aparece la Virgen" fue la respuesta, y ello por tres razones: "Porque Ella es muy puntual en sus apariciones; porque dice cosas simples, y porque aparece todos los días". Justamente, le replica el P. Slavko, ésas son las cuestiones que más dificultades le provocan a los teólogos. "Pues precisamente, veo - dice el psicoterapeuta- las angustias y los trastornos que hoy provocan la ausencia de la madre en su seno natural, la familia". La Virgen es la Madre que viene a llenar los vacíos del amor, a cuidar a sus hijos, a rescatarlos del mal, a advertirles que se están destruyendo, a llevarlos hasta el Salvador. Y para ello viene todos los días, a decir cosas fundamentales de un modo simple, para todos - porque Ella es la Madre de todos -, y durante años.

Por eso, para que ganemos la dimensión salvífica, volviéndonos hacia Dios, es que Ella debe venir diariamente. Viene a enseñarnos a caminar - paso a paso-, y a asegurarnos, con su puntualidad, que está con nosotros.


Cómo ven a la Virgen
Los videntes relatan que la Virgen es de una belleza absolutamente indescriptible. Todo en Ella es maravilloso, ¡único!, la melodía de su voz, el tono de su piel, los clarísimos ojos suyos que parecen el mismo Cielo. Hasta los colores de su ropa. Es radiante, irradia y está sumergida en la luz. Pero todo lo que pueden decir son meras aproximaciones. Aparenta tener unos veinte años, es de estatura media. Su tez es trigueña, sus pómulos rosados. Usa velo blanco pero deja entrever mechas de cabellos rizados y muy negros. Generalmente su vestido es gris plateado. Nunca apoya sus pies en la tierra y está sobre una nube blanca. Sobre su cabeza luce una corona de doce estrellas. En días especiales, de fiesta, -como los de la Anunciación, Navidad- su vestido es de oro. En esas ocasiones baja con Gabriel y otros ángeles. Además de dialogar con la Virgen, pueden tocarla (y hasta besarla).

Pero no tan sólo ellos. En algunas ocasiones, al inicio de las apariciones, la gente pidió tocarla. Una vez consentido el pedido -que los chicos le transmitían- al hacerlo las personas experimentaban sensaciones especiales como, por ejemplo, sensaciones de frío o una suerte de electricidad que las hacía estremecer. Sin embargo la gracia no persigue satisfacer solamente un deseo personal sino, por sobre todo, edificar espiritualmente. A este respecto, y como demostración de la pedagogía usada por la Virgen, se recuerda cuando después de la aparición la gente vio a la vidente Marja que lloraba desconsoladamente. Era porque cuando tocaban a la Virgen le manchaban el vestido. Y la Gospa se había ido ¡con todas esas manchas! Todos entendieron el mensaje y fueron de prisa a confesarse.


La Mujer de las Escrituras
La Santísima Virgen y Madre, la Gospa, también se revela como la Mujer de las Escrituras que lucha contra satanás por sus hijos (Ap 12 y Gen 3). Y anticipa sus movimientos, lo desenmascara. En una oportunidad, hacia el inicio de las apariciones, la Virgen permitió que el siniestro personaje se le presentara a Mirjana, disfrazado de Ella. Le estaba así demostrando -como la misma Virgen luego se lo explicó a Mirjana- la presencia real de satanás para que tuviera experiencia de ella y para advertirla y advertirnos de las falsas apariciones. También hacia el 86 dijo "satanás se apoderó de parte de mi plan." Y sigue desencubriéndolo cuando nos dice: "Queridos hijos, os invito especialmente a todos a la oración y a la renuncia porque ahora, como nunca antes, satanás quiere mostrar al mundo su rostro vergonzoso con el que quiere seducir a todos los que pueda, llevándolos por el camino del pecado y de la muerte. Por esto, queridos hijos, ayudad a mi Corazón Inmaculado para que triunfe sobre un mundo de pecado.

La Virgen es nuestra Madre que no nos abandona y nos reasegura con su amor, con su presencia -aunque no la veamos- en toda circunstancia de nuestras vidas. "Yo ya os he dicho, hijos queridos, que os he escogido de modo particular, así como sois. Yo soy la Madre que ama a todos. En los momentos en que os encontréis en dificultad, no temáis porque os amo. Os amo aún cuando estuviereis alejados de mi Hijo y de mí. Os ruego, no permitáis que mi corazón llore lágrimas de sangre por las almas que se pierden en el pecado. Por eso, hijitos, ¡orad, orad, orad!"



María es la Madre que, incansablemente, nos llama para llevarnos a Dios, que sigue cooperando en manera sublime, y desde la Gloria, a la Redención que su Hijo obtuvo para nosotros en el Gólgota.