María, madre de los racimos

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"Nuestra época es la época de la Inmaculada... y del Espíritu Santo"." ( San Maximiliano Maria Kolbe )
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"Estoy feliz una vez más por haber sido coronada ante mis amados hijos y sigo con mi pedido para todos los hogares de mis hijos en el mundo"

(Santísima Virgen María, Reina del Universo. 26 de marzo de 2012)

.Sábado, 5 de Mayo de 2012

Santa Maria, Madre de los racimos

"Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos. La Santísima Virgen María fue la buena tierra abonada en donde el Padre Eterno plantó su Vid. Y la Cruz fue el lagar donde esa Vid se transformó en el mejor Vino."
(San Juan 15,5-8)

Si quieres ser buen discípulo del Señor, no puede separarte de la Vid que está eternamente unida a su Tierra. No te separes del Señor separándote de su Iglesia. No te separes del Señor separándote de su Madre.

No se puede el sarmiento dar fruto si es cortado. Acabará secándose y dando frutos amargos y secos. Las hojas del sarmiento mantienen su estructura aunque este haya sido cortado. Se pueden hasta mantener verdes unos días dando apariencia de vida. Pero al final se ponen amarillas y quebradizas. Parecen completas pero viene el viento y se rompen en mil pedacitos.

Para dar fruto abundante hay que estar unidos a Cristo. Y esa unión incluye a todo su Cuerpo Místico del cual El es cabeza. Y uno no tiene muchos cuerpos como Cristo, la cabeza no tiene infinidad de iglesias. Tiene un Cuerpo y una Iglesia. Y solo esa Iglesia da fruto abundante en la Eucaristía. No hay Eucaristía sin Iglesia. No hay vino sin racimos vivos.

No podemos ir por la vida buscando una salvación personal diciendo ser católicos sin ir a la Iglesia. No podemos decirnos católicos si desobedecemos o ignoramos al Papa elegido por Cristo. No podemos decir que amamos a María si ignoramos cada domingo el encuentro con su Hijo, el Señor Resucitado y Eucaristizado. No nos salvamos solos. Nos salvamos en racimo, en comunidad, en Iglesia. Cada uno con su fe y sus obras, pero juntos en camino.

Santa Maria, Madre de los racimos, haz que nuestras uvas sean llenas de amor a Dios y a la Iglesia y a los hermanos, para que un día, vertidos en el lagar del Cielo, se manifieste plenamente la abundancia del fruto para la mayor Gloria de nuestro Padre Dios.

Que Dios los bendiga y Santa María les sonría,

- Claudio* de María -