Yo quiero ser coronada en todos los hogares



Yo quiero ser coronada en todos los hogares y en el mundo entero. Yo soy una sola, lo que quiero es que sepan que Yo soy su Reina.

Hija: Tú me has coronado al igual que otras familias. Eso me hace muy feliz. Quiero que eso se propague porque allí empieza la obra del Señor:
En cada hogar y en cada familia, y de a poco se irá acrecentando en el mundo entero."

Sábado, 11 de Febrero de 2012

En ésos días volvió a reunirse una gran multitud y como no tenían que comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos".
Los discípulos le preguntaron: "¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?"
El les dijo: "¿Cuántos panes tienen ustedes?". 
Ellos respondieron: "Siete". 

Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud. Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran. Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado. Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió. En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta. "

Son épocas difíciles. Muchos nos preguntamos que está pasando con el mundo. Que está pasando con el hombre que está desfalleciendo de hambre espiritual. La humanidad sigue rechazando a Dios, sigue rechazando su salvación, sigue rechazando su religión. Y como decía Gaudí, "el hombre sin religión es un hombre mutilado."

Los cristianos tenemos para alimentarnos hoy mucho más que siete panes. Tenemos la Palabra de Dios, tenemos la Iglesia, tenemos los Sacramentos. Y sin embargo muchos de los nuestros hermanos siguen desfalleciendo sin saberlo.

Y como siempre, el Señor se apena de la multitud y no deja de actuar. Sigue enviando a su iglesia por todo el mundo y no ha cesado su mandato de que los cristianos vayamos a llevar la buena noticia a todo el mundo. Y todo el mundo no sólo es África o lejanas regiones. Todo el mundo incluye a nuestra propia familia, a nuestros vecinos, a nuestros compañeros de trabajo, a los que golpean a nuestra puerta, a los enfermos de los hospitales, a los presos, a los políticos, a los gobernantes, a los jueces, a los comerciantes, a los empresarios, a los pobres, a los buenos, a los malos. Todos son creatura de Dios y necesitan conocerlo para amarlo y servirlo.

Pero si nosotros no hablamos, gritarán las piedras, dice el Señor. Y después nos maravillamos de que imágenes del Señor o de la Virgen lloren o de que la pre
sencia de nuestra Madre se multiplique por todo el mundo exhortándonos a creer y amar a Dios. Hoy, que celebramos la primera aparición de Santa María a Santa Bernardita, en Lourdes, Francia, recordamos también que Dios no es un Padre callado, extraño, que ha olvidado a sus hijos. Al contrario, como aquel día, toma la iniciativa y envía a quienes más ama a seguir llamando al hombre, a alimentarlo, a despertarlo de su letargo, de su hambre de Dios. Porque hasta el ateo tiene hambre de Dios, de vida Divina.

Con ese mismo sentido es que el Señor nos envía a su Madre a todo el mundo. A repetirnos como en Caná: "Hagan todo lo que El les diga". Todo. No lo que nos parezca o lo que nos convenga según el parecer del mundo de hoy. Porque para Dios no hay pasado ni futuro ni modernismo ni progresismo. Para Dios hay eterno presente y lo que dijo ayer sigue diciéndolo hoy. Sus mandamientos siguen tan vigentes como en la época de Moisés. Y las enseñanzas de Jesús tan actuales como en su época. "Sean santos como el Padre Celestial" sigue teniendo la misma densidad y profundidad que hace miles de años.

Desde La Salette y Lourdes hemos asistido durante todo el siglo XX y hasta nuestros días de innumerables manifestaciones y mensajes de nuestra Madre. A muchos les extraña y les parece que no puede ser que Dios permita tanto. La respuesta final la tiene la Iglesia. Lo que si se es que Dios siempre ha sido el mismo "exagerado", el mismo exaltado. Con 7 panes le dio de comer a 4000 personas ¡A quien se le hubiera ocurrido! Con apenas 12 apóstoles fundó una Iglesia ¡A quien se le hubiera ocurrido! Camino sobre las aguas, calmó la tempestad, curó lisiados, paralíticos, hemorrágicos, leprosos, ciegos. ¡Perdonó los pecados! ¡Se hizo amigo de pecadores! Y en el colmo de la exageración nos dejó la Eucaristía para que nos alimentemos de su Cuerpo y Sangre y clavado en una cruz proclamó su victoria ¡A que poderoso se le hubiera ocurrido! Siempre Dios es i
gual. Hace las más divinas locuras que confunden a los sabios para salvar a sus pequeños. Y su Madre, como toda buena Madre, lo conciente en todo.

Abramos nuestro corazón y escuchemos los acuciantes llamados de conversión, oración, penitencia y sacrificio a que nos insta la Madre Virgen. Volvamos a Casa. Volvamos a la Fe de nuestro Bautismo. Volvamos a la Iglesia, a los Sacramentos, a las virtudes. Seamos buenos hijos y no hagamos llorar más a nuestra Madre. Pues llora
Ella y llora Dios también.

Nuestra Señora de Lourdes, ruega por nosotros

Dios los bendiga y Santa Maria

Claudio*

Recomiendo hoy:
http://www.mariamadrededios.com.ar/entrenos/coronacion.asp
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Santa Bernardita


"Cierto día fui a la orilla del río Gave a recoger leña con otras dos niñas. En seguida oí como un ruido. Miré a la pradera, pero los árboles no se movían. Alcé entonces la cabeza hacia la gruta y vi a una mujer vestida de blanco, con un cinturón azul celeste y sobre cada uno de sus pies una rosa amarilla, del mismo color que las cuentas de su rosario.

Creyendo engañarme, me restregué los ojos. Metí la mano en el bolsillo para buscar mi rosario. Quise hacer la señal de la cruz, pero fui incapaz de llevar la mano a la frente. Cuando la Señora hizo la señal de la cruz, lo intenté yo también y, aunque me temblaba la mano, conseguí hacerla. Comencé a rezar el rosario, mientras la Señora iba desgranando sus cuentas, aunque sin despegar los labios.

Al acabar el rosario, la visión se desvaneció.

Pregunté entonces a las dos niñas si habían visto algo. Ellas lo negaron y me preguntaron si es que tenía que hacerles algún descubrimiento. Les dije que había visto a una mujer vestida de blanco, pero que no sabía de quién se trataba. Les pedí que no lo contaran.

Ellas me recomendaron que no volviese más por allí, a lo que me opuse. El domingo volví, pues sentía internamente que me impulsaban...

Aquella Señora no me habló hasta la tercera vez, y me preguntó si querría ir durante quince días. Le dije que sí, y ella añadió que debía avisar a los sacerdotes para que edificaran allí una capilla. Luego me ordenó que bebiera de la fuente. Como no veía ninguna fuente, me fui hacia el río Gave, pero ella me indicó que no hablaba de ese río, y señaló con el dedo la fuente. Me acerqué, y no hallé más que un poco de agua entre el barro. Metí la mano, y apenas podía sacar nada, por lo que comencé a escarbar y al final pude sacar algo de agua; por tres veces la arrojé y a la cuarta pude beber. Después desapareció la visión y yo me marché.

Volví a ir allá durante quince días. La Señora se me apareció como de costumbre, menos un lunes y un viernes. Siempre me decía que advirtiera a los sacerdotes que debían edificarle una capilla, me mandaba lavarme en la fuente y rogar por la conversión de los pecadores. Le pregunté varias veces quién era, a lo que me respondía con una leve sonrisa. Por fin, levantando los brazos y ojos al cielo, me dijo:

«Yo soy la Inmaculada Concepción».

En aquellos días me reveló también tres secretos, prohibiéndome absolutamente que los comunicase a nadie, lo que he cumplido fielmente hasta ahora."