Santa Madre del que se levanta



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"Quiero ser coronada como Reina del Universo."




(Santísima Virgen María, Reina del Universo
dado el 10/01/2012 a un alma elegida)


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Sábado, 18 de Febrero de 2012

Santa Madre del que se levanta

"¿Qué es más fácil, decir al paralítico: 'Tus pecados te son perdonados', o 'Levántate, toma tu camilla y camina'?"

(San Marcos 2,9)



No es fácil perdonar. Y a veces hasta es más difícil pedir perdón. Es cierto que Dios es quién perdona los pecados pues sólo El conoce el corazón del hombre. Pero todo hombre puede y debe perdonar las ofensas cometidas contra el. Aunque no nos pidan perdón por esas ofensas, igual podemos perdonar.

No es fácil pedir perdón. Porque el orgullo es como una serpiente que se enrolla alrededor de nuestro corazón y no nos permite ser humildes. Por lo que al principio teníamos un pecado, y ahora se añade otro peor.

Tampoco es fácil curar a otros. Ni siquiera para un médico. Pero siempre podemos pedir a Dios por los enfermos para que ayude a los médicos a curarlo o procure su sanación por otros caminos. Y por eso también hay milagros.

Pero hay muchos que creen más en los milagros que en el perdón. Hay muchos que hacen largas colas para que un hombre les imponga las manos pero no aceptan acercarse a un hombre para que en nombre de Dios sean perdonados.

Es cierto que sólo Dios perdona. Pero también es cierto que Dios da su poder a los hombres que quiere para que en su nombre puedan curar o puedan perdonar o ambas cosas. Es Dios quien da su poder a los sacerdotes para oyéndote en su Nombre, también te absuelvan en su nombre.

Entonces ¿Qué es más fácil que haga Dios por ti? ¿Qué seas curado por la intersección de un hombre o que seas perdonado también por la intersección de un hombre?

Haz como la Virgen María, que creyendo en las palabras del Angel dejó que Dios obrara en Ella el milagro más grande de toda la historia del Universo: la Encarnación del Hijo de Dios. Dios se hizo hombre en el seno purísimo de María.

¿Qué es más fácil para Dios? ¿Hacerse hombre en una mujer o perdonarte por un hombre? Todo es fácil para Dios. Porque lo quiere, lo hace. No tu alma no quede paralítica en el camino hacia el Cielo. Es necesario que pueda caminar. Y para eso debes ser humilde e ir a confesar tus pecados. Sólo así podrás sanar, levantarte y caminar. Se fuerte. Quedarás asombrado de lo que Dios es capaz de hacer contigo.

Santa Madre del que se levanta, ruega por nosotros.

Que Dios los bendiga y Santa María les sonría,

Claudio*

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San Justino (Martir. 100 al 165)

San Justino fue un gran filósofo. Nacido en Nablus, Palestina, de padres paganos, se convirtió al cristianismo leyendo las Sagradas Escrituras y siendo testigo del heroísmo de los mártires. Tenía unos 30 años.

Sus dos libros: Apología por la Religión Cristiana y Diálogo con el Judío Tripo, se consideran entre los mas importantes del siglo II. Fue decapitado en Roma con otros cristianos. Se conservan los archivos de su juicio

Benedicto XVI presenta a san Justino, filósofo y mártir
20 marzo 2007, audiencia general del miércoles.

Queridos hermanos y hermanas:

En estas catequesis estamos reflexionando sobre las grandes figuras de la Iglesia naciente. Hoy hablamos de san Justino, filósofo y mártir, el más importante de los padres apologistas del siglo II. La palabra «apologista» hace referencia a esos antiguos escritores cristianos que se proponían defender la nueva religión de las graves acusaciones de los paganos y de los judíos, y difundir la doctrina cristiana de una manera adaptada a la cultura de su tiempo. De este modo, entre los apologistas se da una doble inquietud: la propiamente apologética, defender el cristianismo naciente («apologhía» en griego significa precisamente «defensa»); y la de proposición, «misionera», que busca exponer los contenidos de la fe en un lenguaje y con categorías de pensamiento comprensibles a los contemporáneos.

Justino había nacido en torno al año 100, en la antigua Siquem, en Samaría, en Tierra Santa; buscó durante mucho tiempo la verdad, peregrinando por las diferentes escuelas de la tradición filosófica griega. Por último, como él mismo cuenta en los primeros capítulos de su «Diálogo con Trifón», misterio personaje, un anciano con el que se había encontrado en la playa del mar, primero entró en crisis, al demostrarle la incapacidad del hombre para satisfacer únicamente con sus fuerzas la aspiración a lo divino. Después, le indicó en los antiguos profetas las personas a las que tenía que dirigirse para encontrar el camino de Dios y la «verdadera filosofía». Al despedirse, el anciano le exhortó a la oración para que se le abrieran las puertas de la luz.

La narración simboliza el episodio crucial de la vida de Justino: al final de un largo camino filosófico de búsqueda de la verdad, llegó a la fe cristiana. Fundó una escuela en Roma, donde iniciaba gratuitamente a los alumnos en la nueva religión, considerada como la verdadera filosofía. En ella, de hecho, había encontrado la verdad y por tanto el arte de vivir de manera recta. Por este motivo fue denunciado y fue decapitado en torno al año 165, bajo el reino de Marco Aurelio, el emperador filósofo a quien Justino había dirigido su «Apología».

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